Del Guadalupe-Reyes al Caga Tió
- Gabriela Franco
- 13 oct 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 oct 2023
Llevo casi 7 años viviendo en España y lo más difícil desde que me mudé ha sido adaptarme a tener nuevas tradiciones.
Lo primero que hice al mudarme fue buscar en facebook un grupo de mexas que vivieran la misma experiencia que yo y pudiera compartir con ellos momentos para recordar nuestra cultura. Y es que, en cuanto empieza a hacer frío aquí, empiezan a cosecharse los festejos navideños. ¡En México yo esperaba tanto nuestro típico Guadalupe-Reyes para inaugurar las fiestas decembrinas!
Los españoles tienen festejos parecidos a los nuestros, sólo que para ellos el concepto del recalentado al día siguiente no es desayunar y comer en pijama las tortas de pavo o lomo, sino una comida más formal donde sí hay que arreglarse e incluye comer los típicos canelones hechos por mamá.
En Cataluña viene la parte más divertida de los festejos decembrinos, el famoso “caga tió” ¿Qué es eso? pregunté la primera vez que entré a la casa de mis suegros y vi en la entrada un tronco pintado con una cara y una cobija puesta.
Resultó ser un tronco que caga regalos y que, a diferencia de Santa Claus y los reyes magos, no tiene día ni hora específica de llegada.
Todo comienza unas semanas antes de navidad, cuando los padres van y esconden el tronco, previamente adornado, en el bosque. Salen un día con los niños a buscarlo y cuando lo encuentran lo llevan a casa.
Los niños deben alimentarlo durante semanas hasta el día de navidad, según cada familia en algún momento después de la cena se les da a los niños un palo para darle, como cuando se pega a una piñata.
Cantan una canción catalana parecida al “dale, dale, dale” pero para que el tronco cague regalos.
Luego se manda a los niños a la cocina a calentar el bastón con las manos y entonces se dejan los regalos debajo de la manta. Cuando vuelven los niños los miran y esto lo repiten un par de veces. La señal de que el tronco ha terminado de cagar es un caramelo en forma de caca o una cebolla que dejan bajo la manta. Es lo más bizarro que he visto en mi vida.
La rosca de reyes aquí, en lugar de niños, tiene un haba y un rey. Quien saca el haba paga la rosca y quien saca el rey es coronado, así que sí extraño que se hagan los tamales un mes después. No sé cómo, pero los mexicanos siempre encontramos pretexto para comer y celebrar algo.
De las tradiciones más significativas que he adoptado aquí es el festejo de Sant Jordi, patrón de Cataluña. Es el equivalente a San Valentín.
Cuenta la leyenda que un caballero salvó a una princesa de un dragón que envenenaba el aire. Sant Jordi atravesó su espada y mató al dragón. De la sangre del dragón brotó un rosal con rosas rojas, Sant Jordi arrancó una rosa y se la dió a la princesa, es por eso que se dan rosas a las mujeres y libros a los hombres.
En esta fecha la ciudad viste de rojo, puestos de libros, autores firmando libros. Lo más representativo es la casa Batlló de Antoni Gaudí, visten la fachada de rosas rojas con su balcón en lo alto que representa el lomo del dragón con las cerámicas en forma de escamas.
Cuando llega el verano todo en Barcelona cobra vida. Las fiestas del barrio de Gracia son algo que, si se viaja en agosto a Barcelona, no se puede dejar de visitar. Todas las calles adornadas de un tema en específico, puestos de cervezas, conciertos… aquí la gente aprovecha el buen tiempo cuando lo hay.
La nostalgia llega cuando se acerca la fecha de la independencia mexicana, que curiosamente aquí la festejan en un centro de eventos llamado “El pueblo español” irónico ¿no?, cada año intento ir y aunque no es como en México por lo menos hay piñatas, mariachis, comida mexicana y la alcaldesa de Barcelona da el grito.
Definitivamente lo que más extraño de México es el Día de Muertos. Aquí celebran la castañada que no es más que ir a los puestos a comprar castañas, un fruto seco parecido a una nuez pero asada tiene sabor a almidón.
Estos últimos años empiezan a animarse a adoptar festejos de Halloween y parece que hemos impuesto la moda de las catrinas, pero nada comparado con nuestras ofrendas y el significado que tiene para nosotros la muerte.
Sumado a éstas diferencias culturales y extrañar cada día la gastronomía mexicana y la gente, tengo que reconocer que entrar en el corazón de los catalanes es difícil, pero cuando te los ganas, ganas amigos para siempre.

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